El reportero gráfico Juan Pablo Barrientos salió con su auto (Ford Fiesta) a recorrer el Conurbano bonaerense durante la pandemia y a captar la realidad con su lente. Visibilizó así las duras vivencias de las personas en los lugares más humildes; en un momento en el que ya de por sí era difícil la situación y el coronavirus aparecía en 2020 para agravarla aún más.
En ese camino, se encontró a mucha gente trabajando en los barrios para hacerle frente al virus y salir adelante de forma colectiva, asistiendo a las personas en situación vulnerable y tejiendo redes de ayuda mutua. También, en su recorrido, encontró a quienes en los peores momentos mostraron que la solidaridad podía más. En aquellos lugares donde el Estado estaba ausente.
La muestra está compuesta por 30 fotos en tamaño grande, más un collage de imágenes en menor tamaño. La muestra y el libro es un recorrido visual del Conurbano en dos años de la epidemia. Conurbano le llevó a Juan Pablo Barrientos tres años de trabajo y es una labor autogestiva. El libro se consigue escribiendo al mail del autor [email protected]
Sobre Juan Pablo Barrientos
Juan Pablo nació en el barrio Agüero de Morón, provincia de Buenos Aires. Desde muy chico su padre le enseñó a jugar al ajedrez y manejar su Nikon FM. A los 19 años entró a trabajar al Diario La Razón como diagramador, y en ese mismo lugar empezó a transitar sus primeras experiencias en el fotoperiodismo. Fue alumno de ARGRA y participó de varios talleres para seguir profundizando conocimientos en la técnica y en el relato fotográfico.
Actualmente, Juan Pablo es reportero gráfico argentino freelance. Trabaja y colabora en diferentes medios nacionales e internacionales. Entre los cuales se encuentra la Cooperativa Cítrica, Amnistía Internacional, Diario La Razón, Diario Página/12, Diario El Mercurio de México, Revista Cinemanía, La Mano, Rolling Stone y Revista El Guardián.
Desde hace 20 años sus proyectos fotográficos muestran las problemáticas sociales y económicas que viven los sectores populares, campesinos, originarios y los movimientos sociales en Argentina. En diciembre de 2022 terminó una crónica visual de dos años, sobre los lugares más golpeados del conurbano Bonaerense sobre la Pandemia.
Tal como lo describe Agustín Colombo: “Juan Pablo salió y mezcló esas imágenes con los textos y recuerdos de su viejo, dos décadas atrás, cuando la pobreza salía por televisión y el país se prendía fuego. En esos márgenes olvidados, rompió una decena de veces su Fiesta modelo 1997 y le puso el cuerpo y su cámara a un laburo autogestivo que debería ser mostrado y difundido hasta que alguien advierta la real gravedad del drama social que nos atraviesa cada día”.
Y agrega: “es más que un libro objeto, o un libro fotográfico: Conurbano es un golpe a la mandíbula, un grito desesperado. Porque para hacerlo había que poner el cuerpo, pero solo con eso no alcanzaba. Había que sumarle método, talento, ojo y ejecución”.
Las historias que forman parte de “Conurbano”
El reportero gráfico explicó que la muestra, “más que nada, es una excusa para que las conozcan a ellas” (las protagonistas). “Esta muestra de imágenes la decidí un día, dije algo está pasando y no se está mostrando. Me tiré a la pileta y empecé a recorrer los lugares”, describió. Y presentó las historias de algunas de las personas que aparecen retratadas en el libro y la muestra; las cuales, vale la pena visibilizar. “Quiero empezar presentándolas: ella es Malvina; al lado está Marce, y acá está Lau. Son tres referentes de barrios diferentes”, aclaró Barrientos.
La primera en tomar la palabra fue Malvina y contó que “con Juan trabajamos juntos mucho tiempo y recorrimos barrios vulnerables donde la ayuda no llegaba. Además destacó que nunca se olvidó de ellos: “siempre volvió, estoy orgullosa de que alguien nos vio y nos reconoció y estamos acá hoy, sentadas con un libro que no cualquiera escribe y con el laburo que fue trabajar con amor, porque la pandemia fue muy dura”.
“Juan Pablo me ayudó mucho con el primer caso de Covid de La Matanza: Gabriela, que está con la urna de su marido que fue el primer infectado de Matanza, del Mercado Central. A ella la quisieron linchar, quisieron pegarle y prenderle fuego la casa. Ella asistía a mi comedor desde un comedor llamado los chicos de Evita”, sostuvo. Y agregó: “ayudamos a toda la gente enferma, los trasladamos a los hospitales. Llevamos asistencia de alimentos e higiene a los chicos, juguetes y donaciones. Recorríamos los barrios, kilómetros y kilómetros ayudando a la gente”.
Palabras de agradecimiento
Después siguió Marcela, del comedor “Los Chicos de la Vía” de Lomas de Zamora. “Lo conocimos a Juan en tiempos de pandemia y estoy contenta, orgullosa por formar parte de un pedacito del libro. Nos ayudó muchísimo, cuando nadie entraba, él entraba sacando sus fotos, hablando con la gente, llevando donaciones”. “Siempre estuvo presente. Lo bueno es que no se olvidó, porque ahora ya tiene sus fotos, tiene el libro y sigue yendo y nos volvió a visitar”, destacó.
Por su parte, Laura explicó que cuando llegó la pandemia, “dejó a todas esas familias mucho más olvidadas de lo que estaban, así que nos fuimos organizando con compañeras. Juntábamos donaciones, nos acercábamos como podíamos y a veces llegábamos caminando”. Y Juan, “estuvo presente en los momentos más difíciles y también en los momentos lindos, como parte de un montón de festejos que realizamos para los pibes, teniendo en cuenta que eso también era parte del alimento que necesitaban”; sostuvo.
Presentación en el Museo del Hambre
La primera muestra de Juan Pablo Barrientos se llevó a cabo en el Museo del Hambre. Tal como lo describe el abogado Marcos Filardi, este espacio es una “apuesta política y simbólica para que convirtamos al hambre en un objeto de museo y que nunca más lo encontremos afuera. No hay que irse muy lejos, ni siquiera irse al Conurbano que nos convoca sino que acá a pasitos nomás lo tenemos”.
Asimismo, es un museo vivo, un espacio de encuentro, de lucha por la soberanía alimentaria que inició en el año 2017. Allí se realizan diversas actividades: cine debates, presentaciones de libros, charlas. Además, funciona una biblioteca popular de soberanía alimentaria. Y hasta tiene un “albergue transitorio de semillas”; para que las semillas sigan circulando libremente como patrimonio común de los pueblos al servicio de la humanidad.