Las telenovelas en su momento, las series de televisión posteriormente, y más en nuestros días, las series que se emiten en las plataformas digitales fueron y son materia de debate por parte de sus consumidores.
Ya sea en reuniones familiares, salidas de amigos o simplemente en un momento de descanso en el trabajo, todos son lugares propicios para expresar las sensaciones que les dejó el último episodio.
Sensaciones muy variadas que van desde la sorpresa, exaltación o muchas veces decepción por las acciones realizadas por sus personajes favoritos. Hasta aquí todo normal, nada del otro mundo.
Pero sucede que pude notar que los debates se fueron transformando a lo largo de los años. En el pasado las charlas se basaban en eso, en la opinión sobre el ir y venir de la trama, sobre qué le dijo tal o cual personaje al otro y si el villano se saldrá con la suya o no.
En cambio, hoy, y se hace más evidente con el uso de las redes sociales, sobre todo con la simplificación de argumentos que te brinda un “meme”, el debate se corrió hacia el lado de la confrontación entre una serie y otra.
Al parecer, lo que ayudó a correr el debate hacia ese lado fue el empecinamiento de algunos neófitos de catalogar a ciertas producciones como “las mejores de todos los tiempos”.
Desde ese punto de vista se podría decir que, si alguien define a algo como “lo mejor entre tantos”, está afirmando que esos otros son inferiores. Pero ahí la pregunta, ¿inferiores en qué?
La respuesta se haría más sencilla si se comparan series del mismo género, pero ¿qué pasa cuando la elección por una u otra se hace introduciendo a todos los géneros habidos y por haber a lo largo de la historia audiovisual?
En ese caso la respuesta se hace confusa, o me animaría a decir que en realidad se vuelve más bien una respuesta sin sentido.

Así las cosas, ocurre que los espectadores que se vieron seducidos por una ficción más que por la otra, sienten la “necesidad” de salir al choque, sienten que “su” serie no puede ser catalogada como inferior a ninguna, ahí es donde el espectador empieza a “ponerse la camiseta” de su serie, ahí es donde comienza una defensa a mansalva de su favorita que lleva indefectiblemente al desmedro de la elegida por otro.
En ese marco es donde digo que el debate se transforma, que el público pareciera no poder disfrutar de más de una serie a la vez, pareciera no poder destacar las virtudes que lo llevaron al éxtasis, o remarcar los defectos que lo llevaron a una decepción sin que esto lleve a una lucha de “hinchadas” en donde solo importa ganarle al otro, donde los gustos propios son los que se tienen que imponer, y querer imponer algo tan subjetivo como un gusto es algo tan absurdo que siempre nos va a llevar a un camino sin destino.
Vivimos en el mundo de la polarización, en el mundo de las grietas. ¿no hay ya demasiadas grietas en el universo del deporte, política y religión como para agregar una más?…
Mejor sacáte la camiseta, prendé la pantalla, sentáte y difrutá.
Acerca del Autor
Maximiliano Canllo
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