En sintonía con la campaña mundial para reducir la utilización de plásticos descartables (de un único uso), la ciudad de Buenos Aires le dice adiós a los sorbetes. Su uso será prohibido de manera progresiva. Mañana, con la publicación de una resolución en el Boletín Oficial, ya no se podrá ofrecer o colocar este artículo a la vista de los clientes; luego, en seis meses, quedará completamente vedado su expendio. Según estimaciones oficiales, dos millones de sorbetes al mes son consumidos sólo en patios de comidas de shoppings ubicados en los distintos barrios porteños. El descarte de estos artículos equivale a 1,7 toneladas de plástico.
La norma, firmada en una resolución por el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli, alcanza a los hoteles de cuatro y cinco estrellas, shoppings, galerías y centros comerciales a cielo abierto, locales que posean una concurrencia de más de trescientas personas por evento y establecimientos pertenecientes cadenas comerciales (que tengan más de cinco establecimientos que se encuentren identificados bajo una misma marca comercial, sin distinción de su condición individual de sucursal o franquicia).
También quedarán prohibidos los sorbetes en los locales de baile y comercios donde se sirven y/o expenden golosinas, comidas y/o bebidas; comercios que elaboran y/o expenden productos alimenticios de venta inmediata; comercios que expenden y/o fraccionan productos alimenticios; y comercios donde se sirven o expenden comidas, locales para la venta de golosinas envasadas. La resolución, en tanto, no alcanza a aquellos envases de jugos y leches que vienen acompañados por pequeños sorbetes.
«Este es un paso más hacia la reducción de plásticos de un solo uso que le hacen un daño enorme al ambiente. Desde la ciudad nos sumamos para impulsar y garantizar la reducción del consumo de sorbetes, así como lo hicimos con las bolsas», destacó el funcionario.
En la Argentina, la ciudad de Pinamar fue pionera en tomar una medida similar que fue implementada esta última temporada veraniega. Los turistas debieron acostumbrarse a recibir sus bebidas sin sorbete o con una réplica en cartón. Un empresario de Ostende y presidente voluntario de Big Human Wave (la fundación argentina que lucha por el cuidado de las playas), Gastón Caminata, fue uno de los impulsores de la idea desde la plataforma Change.org. Durante una experiencia personal, Caminata juntó más de 500 sorbetes en sólo 100 metros de playa de Pinamar.
Luego, fue el turno del municipio de General Pueyrredón en sumarse a una iniciativa parecida. Un mes atrás, el intendente local, Carlos Fernando Arroyo, firmó un decreto en el que prohíbe el uso de los sorbetes y cualquier otro tipo de vajilla o cubierto fabricado con material no reciclable a lo largo de la costa del distrito, lo que incluye en la ciudad de Mar del Plata.
Actualmente, una adolescente de 15 años es quien, bajo la reflexión «Yo elijo prohibir los sorbetes plásticos, y vos, ¿qué elegís?», acopia firmas desde Change.org para que se apruebe una ley nacional que prohíba el uso y comercialización de este tipo de bombillas plásticas. Un reclamo similar se lleva adelante en la plataforma «Hagamos eco», creada por la organización Greenpeace para que los interesados generen peticiones sobre cuidado ambiental y ecología.
Sergio Hilbrecht, gerente de la Cámara Argentina de la Industria Plástica (CAIP) – donde están asociadas unas 60 pequeñas y medianas empresas que distribuidas en todo el país fabrican envases de plástico de un solo uso – se mostró disconforme al ser consultado sobre la medida. «En vez de prohibir los sorbetes, la ciudad debería contar con un buen plan de gestión de residuos sólidos urbanos post consumo y educar. Estos artículos podrían ser transformados en otros productos de mayor vida útil», dijo a La Nación. Hilbrecht indicó que los sorbetes son fabricados con polietileno que, al igual que las tapas de las gaseosas por ejemplo, podrían ser tratados y reciclados. «Y no contaminan. Están aprobados para estar en contacto con los alimentos», agregó.
Campañas
Las redes sociales están jugando un papel importante en esta movida mundial. A través de la campaña #mejorsinsorbete, distintos bares y compañías comenzaron a difundir el mensaje para reemplazar los tradicionales artículos por alternativas más amenas. Aunque parecen insignificantes, los sorbetes son un gran problema para el medio ambiente: suelen usarse unos pocos minutos y pueden tardar entre 150 y 400 años en descomponerse.
El objetivo principal es reducir el uso de plástico descartable que, entre otros efectos, contamina de manera considerable los grandes cauces de agua – alrededor de 8 millones de toneladas de residuos plásticos terminan en el océano cada año -. Los sorbetes son el cuarto contaminante más común que afecta las costas y el agua. Al desintegrarse, se generan partículas conocidas como microplásticos que son ingeridas por la fauna acuática, que bioacumulan y magnifican estos materiales a la cadena alimentaria.
De acuerdo al último censo de basura costera realizado en 2018 por la Fundación Vida Silvestre y otras organizaciones ambientales, el 82% de los residuos no orgánicos encontrados en las playas argentinas correspondió a residuos plásticos. Los detectados fueron: bolsas plásticas, colillas de cigarrillos, restos plásticos, restos de nylon, tapitas y botellas plásticas, entre otros. El censo fue realizado en 813.554 metros cuadrados de playa en 16 localidades de la costa bonaerense entre las que se encuentran Bahía Blanca, Claromecó, Mar del Plata, Necochea, Punta Lara, San Clemente, Santa Teresita, y Villa Gesell.