Raidistas autoconvocados hicieron un acto en la Rambla Catalunya y remaron para indicar que la muerte de Marisa Cassin «no fue un accidente»
Una marea de kayaks se concentró ayer en el río Paraná a la altura de la Rambla Catalunya para exigir justicia por Marisa Cassin, la remera que había participado de la travesía en el Carcarañá el 16 de marzo y murió ahogada cuando quedó atrapada debajo de un tronco y no pudo ser rescatada en medio de la desorganización general. «Insistimos en que esto no fue una accidente, era evitable», plantearon ayer sus compañeros al denunciar «total irresponsabilidad y negligencia de los organizadores; que los responsables den cuenta de lo sucedido».
Kayakistas autoconvocados, escuelas de remo de diversos clubes de la costa y amigos de Marisa participaron ayer de una concentración en la boca náutica de la Rambla para exigir que la muerte de la mujer de 52 años no quede impune. El repudio y el pedido de Justicia se trasladó luego a las aguas del Paraná, donde un centenar de kayaks con globos y banderas negras en señal de luto pasearon su recamo por el agua.
La tragedia se desató en el «Desafío del Carca». Más de cien participantes fueron parte de aquella jornada, tras dos postergaciones previas. Cada uno pagó 500 pesos por remar. A la altura de Lucio V. López, en la zona de la usina abandonada, unas 70 embarcaciones se dieron vuelta y cinco se quebraron. Muchos quedaron con lesiones, en medio de un río correntoso y con piedras y árboles en su lecho. Marisa, que remaba habitualmente con sus compañeros de Rosario Central, quedó atrapada y nunca pudo salir en medio de los gritos de desesperación.
»Queremos verdad y justicia», remarcó María Bianchi, quien indicó que si bien está abierto un expediente judicial en la Fiscalía de San Lorenzo, los sobrevivientes nunca fueron citados a declarar.
A la hora de identificar responsables, quienes participaron en la accidentada travesía señalan al senador provincial por el departamento Iriondo, el radical Hugo Rasetto, y a la comuna de Andino. También la mirada y las críticas apuntaron a quien estaba a cargo de la cobertura por agua, Daniel Storani.
Silvina D’Angelo estuvo al lado de Marisa al momento de la zozobra, naufragio y posterior muerte. Todavía muy conmocionada relató a La Capital: «Colisioné con mi kayak contra el árbol y vi el de Marisa trabado entre los árboles. Me enganché a una rama, me tira abajo del río. Tuve la suerte de salir, y llegar a la costa con ayuda de una compañera. Allí escuché a mis compañeros tratando de sacarla. Hicieron lo que pudieron, pero no hubo logística de rescatismo, y se la hubiera podido sacar; con un tubo de oxígeno la salvaban. El agua le pasó por encima, después de 25 minutos no hubo caso. No se pudo mover el árbol ni frenar el agua, estaba atascada.
Martín Maya, es amigo de la víctima y remaba todas la semanas con ella. «Nos dijeron que íbamos a tener una lancha de asistencia con todos los medios y los remeros colorados que iban adelante, siguieron navegando. Nadie nos explicó nada. Hoy sufrimos la desgracia de no tenerla, pero podría haber sido una tragedia mucho más grande. Los botes no eran para estos rápidos y no teníamos casco», le dijo a este diario para recordar escenas dramáticas: «Había adolescentes que veían pasar el kayak de sus madres en medio de la desesperación».
»Decían que estaba la seguridad garantizada y luego advertimos la inseguridad que sufrimos adentro y afuera del agua», sostuvo Bianchi para recordar que la lancha de apoyo no era para rescate ni tenía botiquín.
»Fue una emboscada. Claramente el río no era navegable; ante el salto que nos íbamos a encontrar debimos haber subido a tierra mil metros antes y no nos apoyaron desde ningún lado, caímos como corderitos y nos dimos todos vuelta», apuntó la raidista.
Después de la tragedia con los botes volcados, muchos de ellos tuvieron que ayudarse los unos con los otros en total desamparo.
»Pasada la tragedia, Rasetto me dijo que no tenía responsabilidad en el agua porque había contratado a una persona», manifestó Bianchi.
Ayer, colgadas de un hilo, fueron exhibidas las remeras que les dieron a los participantes para la travesía. Tenían el nombre de Rasetto de la comuna de Andino. Las intervinieron con un crespón negro. Desde el agua, los kayakistas cerraron el acto con un grito al unísono: «Marisa, presente».