Luciano Olivera, un joven de 16 años que vivía en la localidad de Miramar, murió tras recibir un balazo en el pecho por parte de un agente de la Policía Bonaerense que realizaba un control vehicular.
El oficial identificado como Maximiliano González, dispara su pistola reglamentaria. Según él mismo afirmó, el disparo se le escapó: la bala impacta en el tórax de Luciano. Así, se solicita una ambulancia. Una médica determina la muerte.
Luego, llegaron familiares y amigos de Luciano que comenzaron una protesta enardecida. La Bonaerense convocó al cuerpo de Caballería con la excusa de contener un disturbio. La Policía Federal ya fue encargada con las tareas para esclarecer el hecho.
Uno de los familiares del adolescente manifestó indignado frente a la TV: «Mataron a una criatura que no le hizo nada a nadie. Paralo, pedile los documentos, pero no le pegues un tiro en la espalda, ¡sos policía!», señaló. “¿Cuándo viste que un policía saque el arma y le pegue un tiro a un pibito en la espalda, le traspasen el pecho y lo mate como a un perro”, exclamó.
«Este pibe ya venía haciéndole cosas a todo el grupo de amigos, los paraba y los ponía contra el patrullero haciéndose el dueño de no sé qué mierda», denunció Yésica, una prima de la víctima.
La fiscal de Miramar, Ana Caro, ordenó preservar la escena del crimen y detener al agente bonaerense que tiró y quien, según la primera versión policial que dio en el lugar del hecho, habría manifestado que se trató de «un disparo accidental”.
Por haber efectivos de la bonaerense involucrados en el hecho, la fiscal dispuso que intervenga en la investigación la Policía Federal.