El despertar del hombre lobo Debajo de la pulcra apariencia de los espías reeducados y reciclados vuelve a crecer el pelaje del hombre lobo, del lobisón.
Por Lic. Julio César Forcat
Inútilmente se trató de instruirlos en el respeto a los derechos humanos. Inútilmente está escrito en el título II de la Ley de Inteligencia que se dará “Protección de los derechos y garantías de los habitantes de la Nación”. Inútilmente se vistieron con traje y corbata, con blancos guantes de seda, con brillantes zapatos nacarados. Inútilmente… Cuando llega la luna llena, los espías despiertan y no pueden dormir en sus camastros malolientes.
Y dan vueltas y vueltas y no pueden dormir y clavan sus garras en sus colchones putrefactos. Pues recuerdan entonces sus sangrientas noches de cacería, las terribles torturas infligidas a los secuestrados, a las secuestradas, y las matanzas del pasado. Así empiezan entonces sus colmillos a crecer y a cubrirse sus cuerpos con el pelaje del hombre lobo.
Convertidos por fin en el monstruo de todos los monstruos, abandonan de un salto sus infames camastros llenos de negro semen y gusanos. Abandonan de un salto sus camastros y salen a la calle por la puerta del fondo. Animados sus cuerpos de autómata por un poder infernal, los espías salieron a cazar, salieron a matar. Con sus rostros bañados por luz de luna llena, aúllan exhibiendo sus enormes colmillos. Caminan o se arrastran por los techos, por calles y caminos, también por Internet, por Facebook, por teléfonos y por celulares, los espías vigilan y castigan, sedientos de sangre humana. Abiertos sus ojos inyectados en sangre, sus pupilas abiertas hasta más no poder en las tinieblas. Amadas hermanas, amados hermanos, pero sobre todo disidentes y heterodoxos, artistas e incautos revolucionarios, tened cuidado: los hombres lobo del espionaje salieron a cazar, salieron a matar, sedientos de sangre humana.
Amadas hermanas, amados hermanos, pero sobre todo mujeres hermosas, tened cuidado: los hombres lobo del espionaje han salido con sus lujosos autos a secuestrar mujeres para sus prostíbulos. Jóvenes idealistas, ansiosos de rebelión, tened cuidado: ocultos en baldíos y en frondosas copas de árboles y detrás de los vidrios espejados de costosos vehículos y palacios gubernamentales, acechan los lobisones del espionaje. Espías antropófagos han forzado las puertas, los portones, las rejas y ventanas, los vallados y cercas. Y avanzan sobre la ciudad.
Yo no puedo matarlos, soy budista, solamente pretendo reformarlos. Por favor, recuperen la forma humana, dejen ya de adorar a López Rega y a Satán.
Lic. Julio César Forcat