Un recorrido desde las primeras marchas hasta las manifestaciones más recientes. Quiénes participan y qué cosas lograron.
Hace 33 días que en Chile se desató un estallido social. El peor en su historia reciente, que derivó en protestas multitudinarias. La mayoría de los manifestantes son pacíficos, pero también hay enmascarados que protestan con violencia, y poco a poco han aumentado hasta transformarse en un virtual ejército de vándalos que destroza todo a su paso.
Los saqueos y daños incluso afectaron a un par de iglesias católicas en la capital chilena y a la catedral metropolitana. Como muchos comercios, bancos, edificios institucionales, de consultas médicas y shoppings, han blindado sus puertas y vidrieras con madera y metal.
Los desmanes no frenaron las protestas, que se suceden casi a diario, ni los anuncios del presidente centroderechista Sebastián Piñera, que ha ofrecido leves mejoras sociales y un histórico acuerdo de todos los partidos políticos –excepto los comunistas– para convocar en abril próximo a un plebiscito que preguntará a los chilenos si quieren una nueva Constitución y quiénes tendrían que escribirla.
¿Qué han obtenido hasta ahora los manifestantes?
A cuatro de días del estallido, Piñera anunció un paquete de medidas. Entre ellas se contaba un aumento del 20% a las pensiones de los más pobres, que promedian 147 dólares mensuales; un incremento de 16% en el ingreso mínimo de 400 dólares, la anulación de un incremento de 9,2% para la luz, anuncios de proyectos para rebajar sueldos y asignaciones de diputados y senadores, que oscilan entre los 27.000 y 44.000 dólares mensuales, y un incremento en el impuesto a los que ganan más de 11.000 dólares, así como rebajas en medicamentos.
Todos son proyectos que se debaten en el Congreso.
Una semana atrás se agregó una rebaja tarifaria en el transporte público para los adultos mayores más pobres, y una rebaja a miles de universitarios endeudados con la banca privada para pagar sus estudios.
Por otra parte, los manifestantes sienten que ganaron al obtener el proceso constituyente ya mencionado, aunque exigen que la nueva carta magna sea escrita por ciudadanos seleccionados, y no por políticos y personas electas con ese fin.
¿Qué siguen pidiendo los manifestantes?
Un alza en las jubilaciones del 60% de los más pobres que supere el límite de la pobreza, que en Chile es de 217 dólares. El gobierno ha prometido estudiar esta medida para implementarla de una forma gradual.
Rolando Riquelme, un jubilado de 81 años, le dijo a AP que antes de jubilarse ganaba unos 1000 dólares, y que ahora sobrevive con 300 dólares. «Protestaré hasta que me muera», añadió.
También se pide el fin de la existencia de una salud y educación para pobres y otra para ricos, así como el fin del sistema de jubilaciones probadas que otorgan ingresos escuálidos a los jubilados.
Además exigen más viviendas sociales y un ingreso mínimo superior al ofrecido.
Richard Estuardo, un ingeniero informático de 26 años que justifica el actuar de los encapuchados porque están resistiendo (la represión), dijo que «son nuestro pueblo», e indicó que «no deberíamos parar hasta que de verdad se haga un cambio».