En la mañana de hoy, la Cámara de Apelación y Garantías de Dolores decidió confirmar la prisión preventiva de los ocho jóvenes de Zárate que continúan detenidos. “Una cacería humana”, definió uno de los jueces.
“A todo ello, reitero, un dato no menor: la denuncia efectuada por la defensa contra la fiscal, la defensora oficial, la auxiliar letrada y secretario por, entre otros, el delito de falsedad ideológica, fue desestimada y esta desestimación fue confirmada por el Fiscal General”, es decir, Diego Escoda, fiscal general de Dolores.
La calificación misma fue disputada. El juez DeFelitto regresó a la noche del crimen frente a la disco Le Brique:
“Partamos del supuesto mínimo y más beneficioso para ellos: tan sólo habían golpeado a la víctima. También golpearon a otras personas. Tampoco se fueron, aun sabiendo de su accionar delictivo. En consecuencia, nada me impide sostener, como argumento, que pensaban que iban a quedar impunes, que nadie los reconocería, etc. Recordemos que algunos de ellos, instantes después, son interceptados por personal de infantería y al haber expresado que no habían participado en pelea alguna, siguieron tranquilamente su camino. No había nada que temer. Tal vez, hubiese sido más sospechoso el fugarse y volver a su lugar de origen que quedarse como si nada hubiese ocurrido. ¿Quién sospecharía de ellos? Si incluso, se ve que uno vuelve a la escena del hecho y no es reconocido: podían quedarse tranquilos”.
Luego, el juez remató: “A mi entender, esa falta de nerviosismo, de normal actitud, nos demuestra todo lo contrario: personas frías y calculadoras”. PlayLa noche del crimen: el momento en que expulsaban a los rugbiers del boliche Le Brique.
El misterio de quién nombró a Pablo Ventura también ocupa al juez. Tomei hace un punto atinado en su planteo: los policías, por ley, tienen prohibido interrogar a detenidos. Entonces, ¿cómo llega Pablo a la causa?
“Ahora bien: ¿es ilógico inferir, en esta etapa procesal, tal como lo he vertido anteriormente, que habría sido uno o más de los imputados?”, escribe el juez. “¿Quién o quiénes podían conocer la marca, modelo y color del auto de Ventura (en realidad de su padre, tal como lo aclara el nombrado en su declaración)? Me pregunto: ¿puede haber tanta casualidad que a los funcionarios policiales se les ocurriera mencionar, entre los millones de nombres y apellidos que habitan este país, entre un posible sospecho, justo a Pablo Ventura? ¿Entre la inmensa cantidad de marcas, modelos y colores de autos, justo el que posee el padre de Ventura? ¿Podían los funcionarios policiales saber quién era Pablo Ventura y el vehículo en cuestión?”, continuó:
“Creo que la respuesta surge por si sola”.
El ensuciar a Pablo Ventura para desligarse del crimen no fue lo único que el juez valoró para mantener a los ocho de Zárate en la cárcel: habló de la saña que reveló la autopsia al cuerpo, con extensas lesiones y una hemorragia masiva dentro del cráneo. Habló también de riesgos procesales: la elevada pena que les espera ante un veredicto de culpables es garantía suficiente.
Recordó, también, que Alejo Milanesi y Juan Guarino, los dos acusados excarcelados, están libres no por la inexistencia de riesgos procesales, sino por falta de pruebas en su contra; sin embargo, siguen vinculados al caso.
Entre los funcionarios que siguen con atención la causa del crimen de Fernando, la confirmación de la prisión preventiva significaba una sola cosa: el posible traslado de los acusados a otro penal más cercano a sus familias, donde se mezclarían finalmente con la población común. Su próximo destino podría ser la Unidad Nº 57 en Campana, una cárcel construida para jóvenes de 18 a 21 años, ofensores con un primer encierro tal como ellos, con inodoros de cemento, la amplia mayoría de barrios vulnerables, presos por robo, no por matar a patadas en manada.
Sin embargo, fuentes penitenciarias aseguran que por la pandemia del coronavirus se frenaron en gran medida los traslados de detenidos. Al menos hasta el fin de la pandemia, los rugbiers seguirán donde están.