Mientras en la sede de gobierno de Bolivia, la presidenta interina autoproclamada Jeanine Áñez se apuraba por normalizar su poder, a solo 100 metros de allí, en la Asamblea Legislativa (parlamento), diputados y senadores del partido del exiliado Evo Morales trabajaban hoy contra reloj para recuperar el control del Poder Legislativo y resistir a lo que consideran un golpe de estado.
El mismo domingo que Morales y su vicepresidente, Alvaro García Linera, anunciaron sus renuncias y denunciaron un golpe de estado, las autoridades de las dos cámaras de la Asamblea Legislativa, también del Movimiento al Socialismo (MAS), sumaron sus dimisiones y denunciaron ataques contra sus casas y familiares.
Tanto la oposición que apoya a Áñez como el MAS reconocen que desde entonces rige una suerte de acefalía que paralizó el congreso, pero cada uno hizo una interpretación distinta de lo que ella significa.
«Nosotros mandamos la interpretación al Tribunal Constitucional -que es el último ente y donde ya no te puedes quejar a otro lado- y él interpretó que lo de Jeanine Áñez es lo más legal, aún si no había quórum en la sesión del Senado, porque la sucesión y el momento que atravesaba el país lo ameritaban», explicó el diputado Amilcar Barral, de Unión Demócrata (UD), la misma coalición de Áñez.
Barral habló con Télam antes de entrar al Palacio Legislativo para «abrir un diálogo y buscar acuerdos» con el flamante presidente de la Cámara de Diputados, el masista Sergio Choque, designado anoche en una sesión que las fuerzas que apoyan a Áñez consideraron ilegal.
«Yo soy de la oposición del lado de la presidenta y debería quejarme porque el partido del gobierno (por el MAS) realizó una sesión sin nadie de la oposición; sí, fuimos convocados, pero como ellos no fueron a la otra sesión (la del Senado en la que Áñez se proclamó presidenta interina), entonces nosotros no fuimos a esta», explicó Barral, en una muestra de la confusión que generan hoy en La Paz los conceptos de oficialismo y oposición.
Mientras la diputada de UD Beatriz Eliane Capobianco anunció hoy a la prensa que su fuerza iniciará acciones legales contra la diputada masista que convocó a la sesión de anoche, Barral se mostró más conciliador y sugirió reconocer la mayoría del MAS en la Asamblea Legislativa.
«Si queremos hacer otra convocatoria a elecciones o elegir a nuevos vocales del Tribunal Superior Electoral, tenemos que concertar con los que tienen la mayoría y ellos son los del MAS, lamentablemente», admitió.
En el MAS, en tanto, trabajaban frenéticamente para convocar en las próximas horas una sesión del Senado, en la que se definan -como sucedió ayer en Diputados- las renuncias de sus autoridades y se designen nuevas.
Ayer la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, no logró instalar la sesión, según denunció, por «intervención de las fuerzas policiales».
El diputado masista Franklin Flores explicó en una entrevista con Télam que, una vez que el Senado resuelva su directiva, el pleno de las dos cámaras se reunirá y tratará las renuncias de Morales y García Linera.
«No tengo dudas de que la oposición sí participará en esa sesión», adelantó el joven legislador desde su oficina.
Morales sigue siendo el líder del MAS, pero Flores aclaró que el partido aún debe coordinar su decisión con los movimientos sociales que se reunieron hoy para definir su posición. En la marcha de ayer en El Alto, el suburbio de La Paz que es bastión del líder exiliado, no parecía haber consenso sobre pedir, como prioridad, la vuelta de Morales a la Presidencia.
En este clima de incertidumbre, el MAS no parece tener una estrategia institucional definida. La única certeza es que el Poder Legislativo es su último bastión en el Estado nacional y no lo resignarán fácilmente.